martes, 17 de enero de 2012

ABUSANDO DE LA COLORTERAPIA

Nico Munuera: My Ross Island.
Galería Max Estrella c/Santo Tome, 6, Madrid.
Nico Munuera: Ribbons.
Galería La Caja Negra c/ Fernando VI, 17, 2izq, Madrid
Rebeca Azaustre Mercado.
La primera exposición que he visitado es My Ross Island, una colección que el artista realizó inspirándose en la experiencia en un campamento base de expedición en el Polo Sur.
Ciertamente, no conozco la intención real del artista, sólo que se inspiró en esa experiencia en el Polo Sur. ¿Es entonces un intento de representar un paisaje del Polo Sur? La verdad es que no es el típico paisaje nevado, pero sí que logra transmitir esa sensación de frío y de inmensidad.
Conocedor de los efectos que causan los colores de forma subconsciente, Munuera se dispone a jugar con nuestras sensaciones y emplea lienzos blancos, acompañados de lienzos blancos, al lado de lienzos blancos y seguidos de más lienzos blancos. Todos ellos dispuestos en paredes blancas… Es decir, que en esta exposición hay más predominio del color blanco que en un anuncio de la nueva lejía Neutrex futura activa.
Bueno, no son sólo lienzos en blanco (eso ya podría tacharse de “echarle morro”), sino que añade pequeños toques de color, generalmente en tonos cálidos y saturados, que resaltan aun más la frialdad del blanco.
No voy a negar que no sea simpatizante de la pintura abstracta. Esto se debe principalmente a que en general, no la entiendo y como no la entiendo, no encuentro el sentido o significado de las obras. Para mí habría sido más fácil identificar un paisaje nevado con su muñeco de nieve de toda la vida, pero la intención de Munuera va más allá. El no quiere plasmar un paisaje sino una experiencia y yo voy y comparo su obra con un anuncio de lejía. Asique, finalmente, creo que el motivo real por el que no me suele gustar este tipo de arte abstracto, es porque la ignorancia hacia lo que veo me provoca una inestabilidad que genera el rechazo (algo así como el “miedo a lo desconocido”) y a tener la sensación de no saber ni de lo que estoy hablando.
Pero en general, desde mi ignorancia, sólo puedo afirmar que las sensaciones que se despertaron en mi fueron primeramente la sensación de frío, seguida de la sensación de aburrimiento en una exposición monótona y repetitiva.
La segunda exposición, personalmente, me gusta más. No puedo explicar técnicamente el por qué, pero quizá la encuentre menos repetitiva y más elaborada que la anterior, o quizá los colores empleados en ésta hayan jugado con mi subconsciente sin poder evitarlo y me han sumergido en un estado de ensoñación y paz que me impiden hablar con criterio de la colección.
Aunque a simple vista pase por la cabeza de mucha gente que “eso lo puede hacer un niño”, yo sí que otorgaré a Munuera el mérito de controlar los colores con la precisión que desea, consiguiendo la capacidad de crear sensaciones en nosotros sin emplear nada más.
Esta capacidad por generar sensaciones es lo que me ha sorprendido y me ha hecho reflexionar. En obras carentes de cualquier forma reconocible, ausentes de dibujo, en los que sólo importa el color y su forma de tratarlo; el color es el protagonista y es el que nos provoca las distintas sensaciones. El color como la obra de arte por su mera condición de color, capaz de jugar con nuestras emociones, al menos conmigo lo consigue.

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