miércoles, 9 de noviembre de 2011

CAÓTICA LYGIA.

LYGIA PAPE: Espacio imantado Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Por: Ana Fernández Sánchez

Alrededor de unas 250 piezas es el número que se ha conseguido reunir en esta exposición del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, dedicada a la reconocida artista brasileña Lygia Pape (1927-2004). Gracias a la recopilación de estas obras conseguimos hacer un recorrido por algunas de las obras más conocidas o importantes de la artista, incluida dentro del arte Neoconcreto y uno de los principales nombres de este tipo de arte en Brasil. Pintura, collages, poemas, documentos, xilografías, relieves, videos y fotografías… son algunos de los aspectos que abarca esta gran exposición. Nos encontramos desde cucarachas caramelizadas hasta haces de hilos metálicos cruzando la sala. Y con lo primero que nos topamos es con un círculo en el suelo hecho a base de cuencos rellenos de líquido de colores llamativos, a disposición del público. Unas fotos nos muestran lo que “hay que hacer”, ¡Hay que probarlo! Esto ya nos da pie a pensar que algo “grande” nos espera si seguimos avanzando. Elementos extraños o difíciles de interpretar es con lo que en muchas ocasiones nos topamos y es que, una de las cosas que encontramos es una vitrina que encierra cucarachas caramelizadas, enfrente de una gigantesca pantalla en la que aparece la masa humana, avanzando al compás, apareciendo y desapareciendo cabezas sin la más mínima importancia o preocupación. Geometría, debía de encantarle a Lygia, desde el “ballet neoconcreto” hasta el libro de la creación, una enorme pared cubierta por 365 “cuadraditos” cada uno con una decoración diferente. Aunque está claro que Lygia era una gran artista y que esta oportunidad de la que goza Madrid al poder ver gran parte de su producción de “una tirada”, es una maravilla, a mí hubo un momento en el que ver tantas cosas diferentes, pasar de una luz “cegadora” a una oscuridad casi completa, acompañado por una constante mezcla de sonidos incoherentes, que no sabía a qué video pertenecían o de donde salían, como el llanto de un bebé que te “taladraba” hasta quedarte incrustado en lo más profundo del cerebro llegó a aturdirme tanto que, sentí un gran deseo de salir “pitando” a la calle. Hasta la Gran Vía en plena víspera navideña me habría parecido más relajante que aquellas cuatro paredes infernales. Demasiados videos, demasiada oscuridad, demasiado sin sentido en general. No sabía dónde detenerme ni a que prestar más atención. Podía tirarme varios minutos con los auriculares que te proporcionaba el museo, atenta y con mis cinco sentidos observando un video, que cuando lo dejaba era por desesperación de no saber lo que querría decir, o demostrarnos con ello. Tal vez no fuera una buena idea mezclar los diferentes estilos o trabajos de la artista siendo todos ellos tan diferentes. O tal vez fuera la disposición, el “atrezzo” lo que fallaba, claro que todas esas cuestiones eran “culpa” del museo. En cualquier caso tengo dos cosas claras; Tengo claro que salí de allí con las ideas e imágenes en mi cabeza todas revueltas, pero tengo claro que volvería a ver la exposición adentrándome en ese “mundo” caótico, sin ninguna duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario