jueves, 20 de octubre de 2011

Abstracción coherente

Nico Munuera.

Ribbons. Galería La Caja Negra. C/Fernando VI, 17, 2º Izquierda. Madrid.

My Ross Island. Galería Max Estrella. C/ Santo Tomé, 6. Madrid.

Por Manuel Álvaro Mora

Nico Munuera (Lorca, 1974) expone en Madrid dos de sus últimos trabajos, Ribbons en la Galería la Caja Negra y My Ross Island en la Galería Max Estrella. Estas dos exposiciones nos presentan un mundo de abstracción diferente entre sí, en las que parece que el autor ha sufrido una metamorfosis al finalizar una de las obras y al comenzar con la otra. El único punto en común es el color, tan particular de Munuera.

En Ribbons no encontramos nada realmente novedoso ni que nos llame especialmente la atención. Escalas cromáticas de forma vertical, que consiguen estimular la vista y poco más, algo insípido y carente de mensaje. Cuadros monotipo que varían de tamaño y que se complementan unos a otros como consecuencia de este juego de cambio y contraste de tonalidades. Expuestos, a simple vista sin ningún tipo de criterio, pero cuya colocación ha tenido una planificación previa, como se puede observar en un “croquis” dibujado en la pared de la galería por el mismo artista. Esto quiere decir que Munuera lo que pretende es crear un espacio pictórico que responde a un conjunto y no a algo individual, como se puede llegar a pensar en un primer momento, y quizás, un tanto desorientador. En resumen, la sensación general que produce es de indiferencia, lejos de la originalidad y más cerca de lo sencillo y de lo ingenuo.

Al adentrarnos en My Ross Island chocamos con una abrupta ruptura respecto a lo expuesto en Ribbons. ¿Más abstracción? Sí, pero con un nuevo look. Algo más fresco traído desde el antártico, inspirado en los paisajes a los que se enfrentó enfrentaron Shackleton y su expedición durante dos años (en 1914) y que documentó Frank Hurley con fotografías. Lienzos en los que reina el blanco, un campo sembrado con hielo, y en los que se dibujan las siluetas del paisaje con colores fríos, casi como una aurora boreal. Nos encontramos de nuevo una pauta: blanco y pequeños trazos de color que se repiten una y otra vez a lo largo de toda la galería. Es curioso porque el color no surge de encima de esta capa de nieve que recubre el cuadro, si no que surge de debajo, como rayos de luz que penetran en el hielo, como una cortina que cubre una ventana impidiendo ver lo que en realidad hay fuera, o dentro. Una vez más nos sentimos, al ver un par de obras, como si ya hubiésemos visto todo, y es que la falta de una variante, de la ruptura de esa ley no establecida del blanco, hace que las pinturas parezcan hermanas, salidas del mismo fotograma de una película.

Como dijo el propio Nico Munuera en una entrevista “Reconozco que soy poco coherente aunque luego digan que siempre hago cuadros iguales. Posiblemente es así. Igual sigo haciendo horizontales o verticales, quién sabe, y luego dirán ¡qué evolución más grande ha tenido!” Y es que el arte no es sino una forma más de expresión, otro medio de comunicación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario