domingo, 23 de octubre de 2011

El artista nunca muere

“Espacio imantado” Lygia Pape.

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

C/ Santa Isabel 52

Juan José García Rodríguez

El Museo Nacional de Arte Reina Sofía abre sus puertas a Lygia Pape con “Espacio Imantado” un conjunto de sus obras anteriores a su muerte en Río de Janeiro 2004, en el cual el hilo conductor es la propia artista que ha dejado su impronta en cada una de sus xilografías, videos, estructuras, la luz, fotografías, colores, el movimiento, poesía, libros, sonidos, metáforas, formas geométricas, sabores y olores pues no hay más que ver que al entrar se comprueba que lo exótico, lo angustioso de las melodías, las extrañas grabaciones proyectadas en la pared, la interactuación con el espectador se mezcla creando una sensación de novedad, pasando de lo agradable con esos llamativos colores, olores y sabores tropicales en la Rueda de los placeres a lo tétrico de los videos e imágenes, a lo cargante de expresivos coloridos, a un mundo real que pasa por esas fotografías en blanco y negro, carteles cineastas, hasta llegar a un templo en el cual reina la tranquilidad y serenidad de la luz que penetra lo impenetrable en sus Ttéias.

Conjunto de obras en las que hay un juego metafórico, recurso muy repetido en sus salas como lo es Divisor metáfora del cuerpo unitario de la multitud, es una movilización colectiva pero también es la acción individual, un trabajo que cuenta con la participación directa no solo con los espectadores sino con las personas que pasan por la calle y sin comerlo ni beberlo participan de una obra; si nos damos cuenta Pape quería hacer un trabajo colectivo que se pudiera repetir aún cuando ella no estuviese.

Lo creativo, lo novedoso, lo constructivo, lo visual, lo sensitivo juegan un papel muy importante en todo su conjunto. El nacimiento, el resurgimiento en El Huevo, el movimiento de objetos geométricos muy representado en su Balé Neoconceto nº1, las texturas en sus Tecelare.

Es sin duda un conjunto artístico que no defrauda, pues desde que entras en la exposición no tienes tiempo para despistarte si bien, entre otros lo siniestro y lo repulsivo juegan su papel importante.

Su trayectoria artística sin duda alguna está muy relacionada con Brasil y con sus habitantes pues en los años 50 se experimenta un proceso de modernización en la constructiva de la arquitectura, el urbanismo, el arte, la literatura y la apertura de los museos de arte moderno.

Pape nunca muere, pues todo el conjunto de obras artísticas generan estados y sensaciones muy chocantes e impactantes siendo así una obra viva, cargada de todo tipo de contenidos, pasando de elementos básicos como lo son la geometría a la grandiosidad y majestuosidad de la creación compuesta de elementos complejos.

Tras la huida de lo a veces demasiado siniestro y espeluznante no hay nada más relajante y agradable que pasarse y descansar en sus Ttéias, un sitio donde los rayos de luz se petrifican, un lugar un espacio en el que ya no hay sonidos que te atormenten, el único que encontrarás es el alma de Pape.

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