viernes, 28 de octubre de 2011

El despertar de la capacidad de captar lo espiritual en en el arte.

Lygia Pape, Espacio Imantado, Museo Nacional de Arte Reina Sofía, C/ Santa Isabel, 52, Madrid.

Por Elena Cuesta Martínez

El museo de arte contemporáneo nos ha ofrecido durante estos últimos meses una retrospectiva de la obra de Lygia Pape (1927-2004), quien representa uno de los mayores exponentes de la transición artística hacia la contemporaneidad del Brasil de la segunda década del XX.

Para una mayor comprensión, es importante señalar la ruptura del grupo concreto de Rio de Janeiro y el de Sao Paulo, ya que aquí debemos englobar la evolución artística de la autora. En primer lugar, el surgimiento del arte concreto se debe al reflejo de la confianza en el progreso y la industria, que supuso la entrada a la modernidad de este país. Los artistas manifestaron una obra exenta de simbolismos que buscaba cobrar su sentido en sí misma trabajando con colores y geometria. Sin embargo este movimiento comenzó paulatinamente a pecar de un dogmatismo geométrico profundamente deshumanizado, provocando que tanto el artista como la obra se convirtiesen en prototipos industriales. Así en 1959, con el manifiesto neoconcretista firmado por artistas como Lygia Clark, Amílcar de castro o Lygia Pape, se produce una nueva recomposición de la idea concreta que aboga por la libertad expresiva y de experimentación, así como la vuelta a la subjetividad tanto del artista como de el público. Como punto clave de esta tendencia (claramente observable en toda la obra de Pape) surge en el arte un intento de acercamiento al espectador: el observador tiene la posibilidad de ser parte de las obras, de tocarlas y manejarlas; la obra busca expresar por y para el público, y espera de éste una interpretación subjetiva.

Una vez hecha esta introducción podemos adentrarnos en la obra de Lygia sin atemorizarnos ante ella. Toda la obra de Pape hace un juego entre el espacio y tiempo convirtiéndose estos en la base de la experiencia artística. Nos podemos encontrar una compleja evolución sobre esta idea en su obra: en sus inicios con el Grupo Frente encontramos pinturas sobre los juegos matemáticos y geométricos que derivan a los “tecelares”, donde Pape comienza a trabajar los juegos materiales e inmateriales de la luz en sus grabados en madera. Posteriormente nos encontramos una obra de gran belleza: el ballet geométrico, ideado para que el espectador deambule por una sala donde la geometría es construida temporalmente por todos los espectadores. Otra obra característica es “Divisor”, la cual, gracias al espectador, consigue su sentido y crea una metáfora del individuo dentro de la movilización colectiva.

También se observa un profundo interés sobre el discurso poético. Así nos encontramos obras que se metamorfosean en libros, dando pie a la propia narración creativa del espectador. Por otro lado en la zona video artística nos deleitamos con grabaciones tan llamativas como “Wanoiriu”, donde se interpreta este personaje antropófago que se alimenta así mismo como una metáfora al autoaprendizaje. El autocanivalismo nos permite adentrarnos en nuestro ser y expandir la conciencia .

Por último, quizás la obra de mayor fama de Lygia se centra en una sala que gracias a unos hilos conductores de luz. El espacio se inmaterializa y trasciende a la máxima expresión del espacio poético.

La vista de esta exposición, en primer lugar, nos supone una reflexión sobre la evolución artística del arte contemporáneo, y por otro lado nos muestra cómo el espectador debe entrometerse en la obra y reflexionar intelectualmente sobre el objeto, sobre la forma y sobre el mensaje simbólico de estos. Como final y último mensaje, la frase de Kandinsky ”El hombre debe despertar la capacidad de captar lo espiritual en las cosas materiales y abstractas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario