jueves, 13 de octubre de 2011

Relato del Viejo Mundo

Gregory Crewdson. Sanctuary.

La Fábrica Galería. C/ Alameda 9, Madrid.

Ana Domínguez Cao

No es difícil apreciar un cambio en el nuevo trabajo del fotógrafo norteamericano Gregory Crewdson.

Si hacemos “flashback” en el relato artístico del fotógrafo, observamos que la transformación más destacable con respecto a su antigua obra es la localización de estas fotografías.

Gregory Crewdson sobrevuela el gran charco que separa al Viejo y Nuevo Mundo para aterrizar en la histórica capital italiana; Roma, cuyo poderoso Imperio en su gran época de esplendor dominó parte de Europa Occidental y alrededores del Mar Mediterráneo.

A un artista lo define su obra. Es necesario, pues, fijarse en sus antiguas fotografías realizadas en el entorno en el que ha crecido y se ha formado como fotógrafo. De estas instantáneas se entrevé una intención de cineasta, acaso la fotografía pudiera separarse del cine.

Pero lo que a Gregory Crewdson parece interesarle es dejar que la mente del espectador haga sus propias conjeturas, que complete con su imaginación la historia congelada en una de sus escenas, cuya protagonista es la sociedad americana, el individuo, sus miedos y patologías de carácter psicológico.

En Sanctuary, la historia del sujeto, que caracteriza estos anteriores trabajos hechos en América, deja de ser la protagonista para dar paso al paisaje por el paisaje.

La localización, los antiguos estudios de Cinecittà en Roma. El paisaje, en cada una de las doce fotografías de las que se compone la exposición, habla por sí solo.

El modo de proceder de Gregory Crewdson en sus anteriores fotografías se caracteriza por utilizar un no poco abundante despliegue de producción, necesario por otro lado, ya que se trataba de crear escenas artificiales.

No se hace tan excesivo uso de producción en la sesión de Sanctuary, ya que no es necesario, pero no por ello es inexistente. Se vale, por ejemplo, de cámaras de humo que aportan a la imagen, de por sí enigmática, mayor sensación de misterio.

Como decía, el individuo, la historia narrativa que refleja lo que podría ser un fotograma de una película, deja de ser el eje central. Las impresionantes edificaciones de los legendarios estudios se muestran cual naturaleza muerta. Parecen manifestarnos que, del mismo modo que la decadencia llegó al Imperio Romano, todo tiene su fin y son los restos resquebrajados lo que nos queda por contemplar.

Son imágenes, en efecto, enigmáticas, con un fuerte grado de nostalgia.

Ya no describen un momento estático el cual deriva de un acontecimiento anterior y se intuye, dará paso a otro. Estas fotografías son el después, el tiempo ha transcurrido por estos abandonados estudios, y les ha dado el aspecto actual, se han paralizado y no irán más allá, su función ha terminado tras suceder el último episodio de actividad humana.

Narran pues estas imágenes las consecuencias del abandono, que provocan en el ser humano sentimientos de añoranza, de saudade, ante la evocación a un tiempo pasado, que fue y no volverá a ser.

Gregory Crewdson consigue adentrar al espectador en la atmósfera de sus fotografías, como en sus anteriores series, logra crear la sensación de observador inmerso en el relato que su mirada e imaginación, crean.

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