domingo, 9 de octubre de 2011

…TODOS ELLOS ACOMPAÑADOS POR SU CORRESPONDIENTE CRUJIDO.

JORGE PERIANES: “Categorías” Abierto x Obras. Matadero Madrid.

Por: Ana Fernández Sánchez

Cuanto más miedo sientes, más ganas de explorar tienes.

Nunca he participado en ninguna película pero el otro día me sentí la protagonista de una de miedo. Entré en la sala, estaba yo sola, subí las escaleras, puse un pie en “el desván” y empezó a crujir la madera. Un paso, otro paso y otro más… todos ellos acompañados por su correspondiente crujido.

Dando la espalda a la puerta de la galería podía sentirme encerrada en una verdadera mansión encantada. Estaba empezando a tener un poco de miedo. No había llegado a la mitad del “desván” y ya estaba mirando todo el rato hacia atrás, como si un fantasma me fuera a dar un toquecito en el hombro. Pero no podía irme, a la vez sentía la necesidad de avanzar, de curiosear todos los recovecos de ese lugar.

La luz. La luz no ayudaba para nada a pensar que era un sitio seguro, confortable, hogareño... Que no tuviéramos ganas de acomodarnos allí. Supongo que esa era la intención del autor, que la gente no se quedara mucho tiempo “rondando”.

Parecía un suelo inestable, las maderas se levantaban, había agujeros… Parecía que ese lugar llevaba muchos años sin recibir ninguna visita. Avancé casi hasta el otro lado del “desván” y encontré un hueco de tamaño considerable en la pared. Me preguntaba que habría al otro lado. Me di la vuelta y seguí avanzando, siempre esquivando la multitud de pequeñas plantas que invadían la superficie.

Cada vez que un foco me deslumbraba me sentía la estrella de la película, realmente parecía un decorado donde se estaba rodando conmigo como protagonista. De repente sentí curiosidad por saber qué se escondería debajo de esas desagradables maderas.

Bajé “corriendo” las escaleras y en un momento me encontraba en un espacio igual o más incómodo que el anterior. Entre la oscuridad se podía ver una extensa lista de instrumentos tirados por el suelo, como si hubiera pasado un tornado destruyéndolo todo.

Llevaba un rato avanzando (despacio) por esa especie de sótano al que parece que me había trasladado para ser nuevamente la protagonista de un rodaje. De un rodaje que quería que se acabara cuanto antes, porque no me sentía nada bien. Me estaba poniendo nerviosa. Esa sensación de asfixia que sentía ahí abajo se estaba mezclando con los nervios que me entraron cuando de repente empecé a oír el crujir de la madera nuevamente. Alguien había subido al “desván” y no me había dado cuenta. ¡Me asustó!

Ya no sabía hacia dónde dirigir la mirada. Me faltaban ojos para vigilar lo que había a mi alrededor. Hacia atrás, hacia arriba, hacia delante… Creo que ya he visto bastante. Me quiero ir de aquí. Si lo que quería el autor era transmitir sensación de agobio, angustia y miedo, por mi parte lo ha conseguido.

Salgo del “sótano” consciente de que no estoy rodando ninguna película, ni soy la protagonista de la sala. Ni tampoco saldré en los carteles del cine...

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