sábado, 22 de octubre de 2011

Extrañamente angustioso. Realmente genial.


Lygia Pape. Espacios Imantados. Museo Centro de Arte Reina Sofía. Calle Santa Isabel, 52.
  • María Tanco González.


Extrañeza. Inseguridad. Eso que nos asusta por el mero hecho de no conocerlo. Angustia. Estas son algunas de las sensaciones que nos transmite Lygia Pape cuando vemos una recopilación de sus obras en el Museo Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.

Este conjunto, que acaba por conquistar al espectador, de manera independiente tendría poco sentido. Tremendamente sensorial. Es un viaje en el tiempo, yendo treinta años atrás y admirando lo que hasta hoy día se concibe como arte moderno. Nos resulta extraño, y a la vez atractivo. Algunas piezas absorben nuestra atención, mientras otras, por su crudeza o sinceridad, nos expulsan de la sala.

Esta brasileña fue una artista mayor en su tierra, y una reina del neoconcretismo. Y aunque la perdiésemos hace siete años, su arte sigue tan actual como el primer día. Los poemas y las frases nos conducen sala a sala, vemos piezas completamente diferentes unas de otras, desde cuadros tridimensionales a través de piezas de madera sobrepuestas de colores planos, a vídeos sobre la población indígena, mostrándonos la parte más auténtica de América.

No demasiado lejos había cartelas de películas dirigidas por ella, y cuadros geométricos a partir de líneas rectas que dirigen nuestra mirada de manera uno a uno. Y todo esto acompasado por el llanto permanente de un bebé, haciéndote sentir completamente incapaz de calmarle. Impotente. Cambiando, entonces, la percepción de todo lo ves y oyes. Introduciendo una variable angustiosa, que contrasta con el colorido de algunas piezas, como una pared entera de piezas cuadrangulares que recuerda inevitablemente a Space Invaders.

Aparentemente independiente, aunque sin serlo del todo, hay dos salas construidas a partir de hilos de cobre, recorriendo la estancia del techo al suelo. Reciben la luz de tal manera, que si empiezas a rodear estas piezas, a cada paso te resultan diferentes. Diferentes especialidades artísticas se unen y se complementan en una muestra que intenta transmitirnos un mínimo porcentaje del potencial artístico de esta mujer. Un mínimo de toda su maestría, y su obra a través de performances, videos, ejemplos e instalaciones.

Entre los múltiples vídeos que podemos apreciar en este Museo, destaca Divisor, una composición artística multitudinaria en la que crea arte a través de la participación de mucha gente y mediante una gran sábana blanca con perforaciones. Hace que la suma de muchos forme una  única unidad artística.

A lo largo de toda esta recopilación, vemos un progreso artístico claro, basado en la experimentación y en la curiosidad. En descubrir una forma de expresión propia. Incluso podríamos atrevernos a denominarla vanguardista en la llamada Segunda Modernidad de Brasil. 

Ella misma describió su proyecto y proyección en los noventa, su intención como "Construir un universo propio que resulte de una tarea insana de vuelos poéticos, de murmullos de locura e invención, este es el único destino del arte. Cabe a los poetas la confianza".

Difícilmente resultará indiferente. Difícilmente puede dejar frío, y tras el paso por cada una de sus salas cada uno de sus visitantes crea su propia percepción.

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