lunes, 24 de octubre de 2011

Déjà Vu

Ligia Pape
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
C/ Santa Isabel 52, Madrid

Paz Castillo

Aunque Ligia Pape (7 de abril de 1927- 3 de mayo de 2004) supo evolucionar y crear un lenguaje propio, su obra transmite constantemente una sensación de “déjà vu”. Durante toda su trayectoria nos es inevitable ver a los autores en quienes se inspira y a los movimientos a los cuales éstos pertenecían o incluso crearon muchas décadas antes. En su primer periodo forma parte del Grupo Frente creado en 1953 junto a Lygia Clark y a Hélio Oiticica, convirtiéndose así en el núcleo del concretismo en Río de Janeiro. Más tarde se adscriben al llamado neoconcretismo creando una de las vanguardias más importantes surgidas en el rebelde Brasil de los años 50 y 60. En estos años Lygia Pape crea motivos geométricos en madera y en papel japonés que recuerdan al racionalismo Bauhaus y al neoplasticismo de Mondrian vistos tantos años antes.


En los años 60 y 70 la artista abarca más disciplinas como el cine, el diseño gráfico y una serie de documentales underground que muestran la vida en Brasil con un compromiso social y político formando parte del “cinema novo” brasileño. En los años 80 crea esculturas de madera y unos relieves-escultura de hierro que remiten directamente a los móviles de Calder. Ya en 1979 crearía su primera Tteia, pero es en los 90 cuando crea los que son para mí sus trabajos más bellos y sutiles. Instalaciones hechas a base de hilos metálicos que se entrecruzan y por los efectos de la luz llegan a desaparecer.


La poesía es el hilo conductor de la exposición de Lygia Pape en el Museo Reina Sofía, el poema trasciende su condición semántica. Para la autora es fundamental señalar la condición subjetiva de la obra haciendo partícipe al público. Los ballets neoconcretos que crea junto a Gilberto Motta y Reynaldo Jardim, hacen participar al visitante adentrándose en la instalación, creando así una escenografía temporal en la que también intervienen las luces y las sombras. Su obra divisor, una gran tela en la que asoman cabezas, reflexiona sobre la multitud y la movilización colectiva. Hay un espacio dedicado a los libros, el libro del tiempo, que consiste en 365 piezas de madera dispuestas de forma aleatoria; la estructura del libro es la propia narración. Y después del libro de arquitectura y ficciones en formato de películas sobre la historia de Brasil, la muestra acaba con las maravillosas Tteias.


La inquietud experimental de esta creadora se refleja a lo largo de toda su carrera. La luz, el aspecto narrativo de la plástica y el análisis social del Brasil en el que vivió conforman su arte. “A arte e a minha forma de conhecimento do mundo”

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