miércoles, 26 de octubre de 2011

LA DIFERENCIACIÓN ESTÁ EN BRASIL. LYGIA PAPE Y SU APORTACIÓN AL ESPACIO

LYGIA PAPE, Espacio imantado.

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Plaza Del Emperador Carlos V, Madrid.


Paula Longás Santolaria


El recorrido por las salas de Sabatini en el Museo de arte Contemporáneo Reina Sofía es deambular por los recovecos de una vida dedicada a al descubrimiento del arte. Recorriendo la instalación, encontramos múltiples obras de registros plásticos muy variados de la autora brasileña Lygia Pape, muestra de su búsqueda inteligente, creativa y ansiosa de modos de expresión y belleza estética. El espectador, cuya experiencia y participación es esencial, es invitado a penetrar en un movimiento y en sus fundamentos materializados. Encontramos las pruebas de la disidencia de un foco que quiso iluminar el universo artístico con otra luz diferente a las convenciones del Abstraccionismo, el Modernismo, el Concretismo (movimiento al que pertenecen los primeros trabajos de Lygia Pape (1927-2004) cuando era parte del Grupo Frente, elemental para el desarrollo del su posterior estilo) y las Vanguardias europeas y Norteamericanas. Un grupo que no se conformó y que buscó su propia identidad, el Neo-concretismo, paralelamente al país en el que surgió, en pleno desarrollo y conformación, en una época de rupturas como fue la década de los 50. Al mismo tiempo, esta corriente no puede entenderse sin la existencia y aportaciones básicas de los movimientos coetáneos.

De su etapa de evolución conforme al Concretismo del Grupo Frente quedan testimonios como sus Ttéias (1979), acorde con la belleza de la obra en sí y referida a sí misma, sin mensaje ni objeto en provecho de algo, y la elevación y ensalzamiento de la geometría. La luz recordando su papel en las catedrales góticas, en su inmaterialidad, es inherente a la obra y a la realidad misma. El trabajo artístico se confunde, o más bien es, el espacio real, y el espectador forma parte de esa dimensión. El vacío tiene su lugar imprescindible, valor en sí mismo, transformando el mundo sensible. Se busca la ordenación y la tensión precisa que complete el espacio, como en Teselares (1956), en gran medida basándose en los principios del Concretismo.

Se utiliza la metáfora, de la atracción de las partículas metálicas por los imanes, en su perfomance Divisor, como muestra de que la interacción de todos los elementos conforma uno solo, aproximándose al arte Conceptual. Siguiendo un mismo camino, con 365 maderas colocadas desordenadamente en la pared, nos expresa la imposibilidad de abarcar el tiempo sin necesidad de palabras.

La obra Ballet Neoconcreto, ocho prismas y cilindros blancos y rojos, en una sala negra como un vacío, es el resultado de un acercamiento de la autora de intentar reunir en un mismo espacio la fusión del arte y la poesía, la perfección de lo estático y geométrico y la fuerza de una vida que la instalación parece que va a cobrar.

Al mismo tiempo, gracias a la extensión de la instalación, podemos observar la experimentación de la artista, en busca del lado más humano y emocional del arte, con poemas, carteles, una Caja de cucarachas (1967), vídeos, fotografía o pintura que conforma el lenguaje propio de una exploración incansable por los laberintos del arte.

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