domingo, 23 de octubre de 2011

Las apariencias engañan

Lygia Pape.
Espacio Imantado
Museo Reina Sofía, C/Santa Isabel, 52

ALEJANDRA LÓPEZ MANRIQUE

La primera palabra que se me pasó por la cabeza cuando vi la exposición de la artista brasileña Lygia Pape, Espacio Imantado, fue “caos”. Su obra se muestra a través de más de 14 salas, en las que en cada una de ellas muestra formas totalmente distintas de arte. Partiendo de que el hilo conductor y elemento principal de su obra es el libro, el poema, hay que definir a esta artista como una mujer del movimiento Neoconcreto, es decir, que introduce en sus obras dos elementos clave que son la subjetividad y la participación del espectador en la obra.

Espacio imantado resulta cuanto menos interesante, al menos por la forma de distribución de las obras que la componen y por su diversidad, ya que en un mismo espacio nos encontramos con cuadros, videos, libros, cuencos de pintura e incluso hilos tensados de lado a lado de la pared.

Pero lejos de que todo se aglomere formando un hermoso caos, Lygia Pape consigue enlazar cada obra poniendo al espectador como centro de toda la exposición, es decir, todo está pensado para que el espectador se sienta partícipe de la obra.

Además en la obra conjunta la brasileña nos muestra su evolución profesional, ya que al principio podemos contemplar unos cuadros con figuras geométricas grabadas en madera, que pertenecen a sus inicios como miembro del Grupo Frente, y en los que juega con la idea de la luz. Sin embargo más adelante podemos ver como esa idea de participación del espectador se hace latente en el video que propone Lygia Pape de la tela blanca, que no es nada más que una metáfora que incita a la movilización, pero en la que no solo importa la multitud, sino la acción individual. Otra parte de la obra que representa la participación del espectador en estado puro, son los cilindros y prismas dispuestos en fila en una sala, iluminados y ambientados con un hilo musical, lo que ella llama los Ballets Neoconcretos, hechos en colaboración con Gilberto Motta y Reynaldo Jardim, que muestran una escenografía temporal, es decir, el tiempo como experiencia del espectador. Hablando de iluminación, en las “Ttéias”, hilos tensados iluminados, la luz era la que dibuja el espacio y se hace inmaterial.

Como he dicho al principio toda la obra gira en torno al libro, al poema, y con esta idea Lygia nos muestra unos libros cuya estructura muestra su propia narración y vuelve a hacer partícipe al espectador, porque es él el que debe abrir el libro y formar los dibujos de sus páginas. Además en la misma sala, colgados de las paredes hay 365 cuadros que hacen referencia al libro del tiempo y que hacen alusión a los 365 días, al tiempo del espectador.

Pero la parte que más me hizo pensar fueron los films, algunos documentales y otros de ficción contemporánea que tan pronto mostraban imágenes de la vida de Brasil, como imágenes antropófagas y por qué no, morbosas.

Una obra interesante, con mucha historia detrás de cada imagen.

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