jueves, 6 de octubre de 2011

Del arte de la nada

Nico Munuera.

My Ross Island. Galería Max Estrella. C/ Santo Tomé, 6. Madrid.

Ribbons. Galeria La Caja Negra. C/Fernando VI, 17, 2º Izquierda. Madrid.

Aitana D. González Rodríguez.

Nico Munuera (Lorca, 1974) nos trae dos exposición a dos galerías, tenemos el trabajo llamado My ross island, en referencia a una isla que fue campamento base en el polo sur. Lienzos blancos, con unas líneas de color que, según dicen es un camino a la abstracción, dentro de ese vacio que intenta emular el blanco del lienzo en referencia a esa nieve del ártico, con esas pinceladas de color que rompen con ese blanco. Puede que haya gente que haya captado el concepto y que lo comparta. Opino que, cualquiera que se acerque a ver la obra lo que verá seran unos cuadros estéticamente aceptables, visualmente atractivos dignos de tener en el salón de su casa si se lo han regalado unos amigos o familiares. Los cuadros en sí no dicen absolutamnete nada, son bonitos, pero vacios, lo que me hace reflexionar si en realidad es esa la respuesta que quería obtener el artista y que lo ha adornado con una bonita historia de expediciones al Antártico y mientras, una buena cantidad de críticos de arte, están catalogándola de abstracta y de que tiene una gran riqueza cromática, etc. Lo que nos lleva a pensar cuando salimos de la exposición que más que otra cosa, no ha sido sino una pérdida de tiempo.

El culmen de ésta pérdida de tiempo es la otra parte de su exposición, Ribbons. Papel pintado de colores en vertical, obras rotundas he leído por ahí, que gran eufemismo para decir que lo hubiera podido dibujar un niño. ¿Con qué intencionalidad habrá hecho Nico Munuera estos cuadros? Pues la intencionalidad está muy clara, es el típico ejemplo de cuadro de arte contemporáneo que cualquier matrimonio de treintañeros adinerados compra para su casa en Majadahonda para creerse muy modernos y muy intelectuales. En realidad este es el fin de muchos de los cuadros que hay en el mercado, es cierto, pero por lo menos hay otros artistas que no hacen sus obras con una intencionalidad tan comercial, típico cuadro que si te dicen que lo han comprado en Ikea, te lo crees. Esto nos hace pensar hasta que punto el arte contemporáneo es una tomadura de pelo. Estoy segura de que los cuadros de este hombre se venden a precios impensables y luego puedes comprobar, si tienes dos ojos y un poco de rigor, que los cuadros no valen más que el material que ha sido empleado en ellos. A lo mejor la genialidad misma esta en ese concepto, el de la idea de que no hay nada, y que esas líneas, por bonitas que queden no son nada más que líneas con una combinación cromática acertada, pero eso es todo. A lo mejor no hay que darle más vueltas y dejar que haya artistas que alimenten ese afán de algunos por tener una pintura de arte contemporáneo y sentirse mejor consigo mismos, aunque la pintura sea una mierda.

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