"Ribbons". Galería La Caja Negra
Calle Fernando VI 17, 2º izquierda
"My Ross Island". Galería Max Estrella
Calle Santo Tomé 6, patio
Por: Marina Calleja Bogonez
¿Puede algo tan sencillo como finas rayas verticales de llamativos colores o paisajes blancos resplandecientes con pequeños detalles a color, ser tan complejo y difícil de interpetar? Nico Munuera lo consigue con sus dos abstractas exposiciones, jugando con un limpio blanco y con los colores del círculo cromático.
La aventura comienza en “My Ross Island”, base de las primeras expediciones a la maravillosa Antártida. Imponentes y solitarias montañas perfiladas con suaves tonos naranjas, abstractas aves volando sin conseguir camuflarse sobre un mar blanco y helado, buscando un mínimo de compañía dentro de esa inmensa soledad, o silenciosas e infinitas llanuras, forman el desierto frío y silencioso en el que muchos valientes fracasaron. Estos cuadros representando el fin del mundo parecen querer interpretar la gélida sinfonía del quebramiento del amenazante hielo, fiel acompañante de este viaje por el que nos lleva Munuera. Estos paisajes provocan cierta desorientación, no solo por la realidad solitaria que plasman, sino porque a veces es dificil saber que representan. Es curioso como fusionando colores tan vivos da lugar a diferentes formas, donde la imaginación tiene que dejarse mecer y expresar lo que ve y siente. Al mirar el profundo blanco, puedes imaginar como veían este maravilloso contienente Shackleton, Scott u otros tantos que se atrevían a cruzar estas tierras.
Apartando lo fascinante que puede ser la Antártida y sus multiples misterios, Munuera consigue más que una agradable chispa de curiosidad, un empalago de cuadros con potentes formas coloridas que se funden unas con otras creando nuevas gamas de colores.
Sin duda, Munuera utiliza estas formas abstractas para intentar crear una atmósfera más complicada de interpretar que la que estamos acostumbrados, para intentar que profundicemos en lo que vemos, y demostrar que con simples lineas de colores puede expresarse lo que uno quiere reflejar, utilizando aunque sea un poco la imaginación, esa gran faceta que posee el ser humano.
La segunda exposición, “Ribbons”, me dejó completamente perdida. Curiosas rayas verticales jugando con diferentes gamas de colores... un arte con un efecto visual monótono y, efectivamente, rayante, aparentemente sin ningun fin. Un arte que intenta salir de los estereotipos, pero por la salida errónea, ya que no consigue la originalidad que busca.
Entre el recepcionista y los cuadros repetitivos y cargantes, me quedé con un grado de satisfacción bastante escaso. Al pedirle algo de información sobre esa misteriosa exposición, me respondió con el catálogo de precios de las obras, lo que me dejó completamente atónita, porque nunca hubiera imaginado que esos cuadros pudiesen tener semejantes precios.
Como conlcusión, esto me lleva a la reflexión de que ¿si esta obra la hubiese hecho un estudiante de Bellas Artes hubiera tenido la misma crítica o el mismo valor de las obras que las de Nico Munuera?
Pero, ¿ podría ser que yo no haya conseguido interpretar el mensaje de esta obra? o ¿será que a lo mejor aún no tengo ese modo de ver el arte, de poder captar el mensaje o el valor de estas exposiciones?
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