Nico Munuera:
Galería Max estrella, My Ross Island.
C/ Santo Tomé, 6.
Galería La Caja Negra, Ribbons.
C/ Fernando VI, 17-2º Izq.
Juan José García Rodríguez
Gran aventura la que se propusieron hacer por los mares helados de Weddle la tripulación del Endurance y más especialmente Sir Ermest Shackleton con la intención de ser el primero en atravesar a pie el continente antártico, viéndose agotadas las esperanzas cuando su barco acabó siendo preso del hielo. Ross Island fue el motivo por el cual merecía la pena no fracasar.
Así me encuentro yo al entrar en la galería Max Estrella de la calle Santo Tomé, viendo el fracaso de un artista…
El blanco conquista la mayor parte de su obra como si del hielo se tratara, colores muy vivos hacen formas que destellan y llaman la atención, como si los rayos del sol se abrieran en un abanico de colores al tomar contacto con los cristales formados por la baja temperatura; la proyección de un amanecer claro que intenta dar vida a la obra, o esas grietas de colores en los grandes mazacotes helados solo penetrables por la luz.
Pena siento cuando me encuentro con estos lienzos, grande era la aventura y tema ingenioso del cual se podría haber sacado gran partido. Lo más interesante de esta obra más bien ha sido el por qué de hacerla que el simple hecho de verla acabada. Dice bastante poco, tan poco que hasta a mí la mente se me queda en blanco.
Cambiemos de ruta y vallamos a la galería La Caja Negra en busca de Ribbons para reencontrarnos otra vez con Nico Munuera con la gran esperanza de poder descubrir lo que los mares helados de Weddle no dejaron que Shackleton encontrara, de poder descubrir lo emocionante que es ser artista…
Una vez allí ni la tensión entre el gesto y el color ni la composición hacen que se descubra nada nuevo.
Nos encontramos expectantes y anonadados por esos colores unidireccionales por si a alguno de ellos se le ocurre hacer alguna variante que demuestre que con un pincel se puede hacer maravillas. Fracaso y más fracaso encuentro en esta obra que tiene más bien una función de uso decorativo que para entretener y hacer disfrutar al visitante
A la conclusión que podemos llegar es que el arte no está simplemente para agradar a la vista, que no tiene por qué cumplir una función estética, que no tiene por qué mostrar la pura realidad, que no tiene que estar fabricada para mostrar una historia o un sentimiento, sino simplemente ser arte a lo que el artista quiere llamar arte. Es una pena no habernos encontrado con el artista pues su obra no creo que quiera ser entendida por el espectador, ni siquiera se podía esperar que en esa videoanimación se nos contara algo interesante para descubrir al artista y a la obra. Ver líneas de colores y más líneas de colores que no hacen formas, que no tienen “gracia” es desesperante.
La abstracción llena las dos salas con pinceladas suaves, a veces cargadas de la opacidad de la pintura y otras de la claridad de ellas y… nada más.
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