Nico Munuera. My Ross Island y Ribbons.
Galería Max estrella, C/ Santo Tomé, 6.
Galería La Caja Negra, C/ Fernando VI, 17-2º Izquierda.
Paula Longás Santolaria
Los lienzos de Nico Munuera son expediciones del artista en búsqueda de la realización del arte. Y el reencuentro o la verdadera esencia son los rastros que va dejando en forma del color que se ven en las obras de estas dos galerías.
Yo recomendaría verlas siguiendo un orden, primero la llamada serie My Ross Island y en segundo lugar las obras de Ribbons. De esta manera, podemos embarcarnos en la aventura cromática del artista, que comienza surcando la nada y acaba en lo elemental e informe de la naturaleza.
En My Ross Island podemos ver una metáfora del expedicionario, que explora territorios que jamás han sido pisados, como artista que indaga en la nada y va trazando manchas de color como rastro de sus pisadas. La nieve como la nada, el lienzo en blanco, la mente que debe explorar para encontrar la forma adecuada de expresar la idea artística. Nico Munuera parece querer representar la manera de plasmar plásticamente, sobre la nada que son los objetos que poco dicen a los demás, pero con los que el artista da como soporte para la expresión de sus ideas. De esta manera el nombre de la exposición nos intenta comunicar el carácter metafórico de las obras, y las formas que aparecen sobre el blanco bien podrían ser las rutas tomadas en ese camino hacia el verdadero fin o resolución de la obra de arte, rutas interesantes de por sí.
En Ribbons podemos observar un replanteamiento del camino a seguir para acceder al lugar al que se ansía llegar. Vemos un replanteamiento del artista, una pregunta personal respecto a si ése es el auténtico procedimiento que engloba lo que quiere decir con sus trabajos. Es quizás fruto de una autocrítica o decepción, o de una búsqueda de lo que falla en sus anteriores obras que no le acaban de satisfacer. Así, encontramos al artista buscando en las más elementales formas, las líneas, y los colores más bien planos, quizás como un intento de “empezar de cero” por si se había dejado algo por el camino que le produce la insatisfacción que le llevó a replantearse sus bases. Rompe con sus anteriores trabajos y descubrimos combinaciones de formas y colores de la naturaleza que no intentan representar nada, sino que es un camino, principio y fin a la vez.
En conclusión, un viaje inconcluso y una vuelta a las bases pictóricas que cualquier artista debe conocer como forma de construir sus obras. Una obra interesante, desde el punto de vista de la indagación en la mente creadora por parte del artista, y también personal, sobretodo en el intento de encontrarse consigo mismo de Ribbons. Aún resultando ligeramente repetitivas, en My ross Island observamos una delicadeza superior en contraposición a los muros de color, un poco angustiosos, de la serie Ribbons. Unas obras que, aunque su significado pretenda ser reflexivo, más semejan ser estudios de color, no demasiado elaborados, que una obra con carácter propio.
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