sábado, 8 de octubre de 2011

A la mar madera, y huesos a la tierra.

Jorge Perianes, Categorías, Abierto X Obras.
Matadero de Madrid, Paseo de la Chopera 14.
BÁRBARA GUITIÁN RIOMOROS.
Cuando alguien entra en una exposición de Arte a una galería o aun museo, siempre se plantea una serie de preguntas. ¿Por qué es así? ¿Por qué esa forma, esos colores? ¿Me gusta? Incluso ¿está loco? ¿Qué sentido tiene?
En el caso de Abierto X Obras, de Jorge Perianes, la pregunta que me planteé fue: ¿Sí o no?
Subir, o no subir, esa es la cuestión.

Cuando entramos en la sala donde se encuentra el conjunto, la gran pieza de madera se alza sobre la oscuridad. Teniendo la posibilidad de subirse en la construcción de madera, el espectador puede interactuar con la obra, formar parte de ella, tanto si sube como si prefiere permanecer debajo de las tablas de madera y pasear sobre los restos de plantas, serrín y madera.

Una vez subidos en la pieza, podemos caminar sobre las tablas de madera, a veces, con aspecto poco estable. Sobre las rendijas entre tabla y tabla crecen algunas plantas. Desde arriba se ven bien crecidas, mientras que si las observamos por abajo, podemos ver las grandes raíces de las plantas.
Las mismas pareces parecen formar parte del conjunto, que en general inspira un ambiente de “naturaleza inacabada”. Todo es perecedero en la obra. La madera y las plantas acabarán pudriéndose, al igual que todo. Así, en mi opinión, el artista quiere expresar lo efímero de las cosas: todo tiene fecha de caducidad, pero al mismo tiempo, la naturaleza sigue creciendo. Es decir, mientras que algunas cosas crecen para más tarde morir, otras lo hacen para sustituir a las que ya no estarán. Así todo evoluciona en un gran círculo natural que se hace presente en la obra de Perianes, que representa la fragilidad y regeneración de la naturaleza, la oscuridad y lo perecedero, entre otras cosas.
Podemos dividir el conjunto en dos “dimensiones” diferentes, a través de las cuales se aprecian las dos mitades de la obra de dos formas completamente diferentes.
En la parte superior, iluminada por focos artificiales, se aprecia la parte viva de la naturaleza: las flores crecen, la luz se apodera de algunas zonas. En otras, más oscuras, podemos ver agujeros en la madera, boquetes que unen la primera “dimensión” con la segunda.
Bajando las escaleras, y al nivel del suelo, está la segunda “dimensión”, donde podemos ver el otro lado de la naturaleza, como si la pudiéramos ver “por dentro”. Las raíces de las plantas, las tablas caídas sobre el suelo, las paredes negras con restos de plumas de aves, restos de serrín y clavos, etc.
En mi opinión, es una bella forma de expresar como la naturaleza tiene un antes y un después, representando su evolución según el piso en el que estés.
Además, el hecho de que puedas formar parte de la obra, es algo innovador y curioso, que hace al espectador sentirse como un niño en un parque, donde puede curiosear y pasear a su antojo.

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