Blockhouse. “Sobre la construcción de un espacio de resistencia en tiempos de indolencia.”Avelino Sala. Galería Raquel Ponce. C/Alameda 5.
MARTA-ESTHER GOMEZ.
Uno, cuando entra en Alameda 5 y ya ha metido los dos pies dentro de los pocos metros con los que cuenta la galería, tiene la sensación de que va a estar allí a lo mucho 5 minutos, pues con una ojeada ya lo tiene todo visto y quizá tenga que remolonear un poquito para que no se piensen que se es un insensible o un necio. Nada más lejos de la realidad.
Avelino Sala es un artista polifacético que se apoya en diferentes soportes tales como la pintura, el dibujo, la escultura y el grafitti. Siendo herramientas transmisoras de ideas que articulan un concepto desde lo que a priori, por una cuestión de estereotipos, podemos considerar contradictorio. ¿Quién se iba a imaginar que unas pintadas en la pared nos remitieran a Erasmo, Horacio y Virgilio?
Nos habla de opuestos y contrastes. Un dibujo de un pandillero, gorra y pañuelo en boca junto a un folio blanco donde se puede leer “Concedo Nulli” (no cedo ante nadie) te da la bienvenida a la exposición. Como despedida de ella, otro retrato con idéntica indumentaria y su frase “audentes fortuna iuvat” (la fortuna sonríe a los audaces) como si de bocadillos salidos de un cómic se tratase. Desconcierta. La asociación del chaval con pinta de buscabroncas y la frase en latín, lengua muerta y transmisora de cultura, nos hace caer en la cuenta de que no estamos frente a un pandillero de barrio cualquiera. Se trata de un inconformista que lucha con la palabra, que se atrinchera tras pilas de libros negros, que se erige en una columna de conocimiento frente a detractores de mayor tamaño y número pero de igual color que su estructura de defensa, negro. Negro como el futuro que le espera, negro como el neumático que quema, para así, tras su paso por el fuego, quede reducido a cenizas. Llamas como servicio ancestral de protección y cura, de queja y reivindicación, de protesta más allá del acto delictivo.
Otro apartado de la exposición lo componen siete acuarelas alineadas en la que se mezclan paisajes de grúas y palmeras con bodegones de tuercas, un periódico nacional, un tirachinas y un hombre de espaldas. De esta composición casi collagística desentrañamos el leit motiv de la obra. Avelino Sala, natural de Asturias, se basa en el cierre de Naval Gijón y los conflictos económicos y laborales que ello supuso para esta tierra. Conceptualmente podemos entender la situación del trabajador, un hombre que, manos en la cintura, solo puede mirar como las grúas se convierten en tuercas esparcidas, último vestigio de una gran industria. Desventaja en la lucha pues, como un David contra Goliat ¿quién puede enfrentarse a una grúa de demolición con un tirachinas y salir victorioso? ¿Quién puede enfrentarse a un ejército de antidisturbios y policías desde un tamaño irrisorio y la soledad del uno? Sencillo y esperanzador: aquel que se atreva a saber (“sapere aude”), que sea audaz y que haga concesión nula ante lo que se le presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario