Nico Munuera
My Ross Island; Galería Max Estrella. C/ Santo Tomé, 6 (patio)
Nico Munuera
Ribbons; Galería La Caja Negra. C/ Fernando VI – 2º Izq.
ANA MARTÍN GARCÍA
Lo fantástico del arte moderno es, que a diferencia del clásico, tiene una gran apertura (ilimitada) que debe ser completada por la persona que, por un momento, se convierte en espectador. Pero es necesario no quedarse sometido a los parámetros que nos han enseñado desde muy pequeños de lo que debe ser o no arte. Para muchos; difícil. Lo más sencillo es criticar. No hacen falta más detractores enfurecidos contra el arte contemporáneo que se niegan a intentar entender la forma de enfrentarse al arte de una manera distinta, sus objetivos, ilusiones, el afán de abrirse paso de sus coetáneos. Lástima. Pero, y sin embargo, ahí está. Esperando.
My Ross Island nace de la necesidad de una búsqueda personal de nuevos caminos en su pintura. Retrata su propia Ross Island; el vacío, el blanco inquietante en los lienzos y los colores violentos que emergen y luchan contra ese predominio del blanco absoluto.
Lienzos influidos, tanto por la historia, como por las imágenes de esa isla localizada en la Antártida. Inspirado, movido internamente; decide disfrutar de la pintura con la excusa de crear un paisaje nevado.
Ribbons, está en paralelo a su pintura. Nos muestra un resultado complementario a, me atrevo a decir, toda su obra. Francamente, por mi parte, no hay mucho más que decir; simplemente nos encontramos con obras de diferente tamaño a acrílico, con gamas cromáticas, todas ellas en paralelo. También un video y una pared de la galería pintada resultado de su intervención. Vaya, en definitiva, establece unas de las pocas (porque son ilimitadas) relaciones del color.
Nico Munuera realiza obras muy abstractas. En ambas exposiciones podemos apreciar que disfruta el maravilloso y simple fluir de la pintura en el papel. Puro placer por cada pincelada. Y sobretodo por el color final; En My Ross Island inevitablemente nos encontramos con un color puro como es el blanco para plasmar la nieve. Aunque es cierto que es fundamental el uso del color para delimitar esa isla idílica. Buena elección el escoger para ello unos colores violentos, que cambian el ritmo de la paz que transmite el blanco. Aparecen así, en plena lucha contra el blanco absoluto, que aunque de difícil trabajo, bien puede ser sinónimo de libertad, paz, pureza. Me resulta irónico que así, en Ribbons, se centre en las variadísimas gamas cromáticas, algunas veces transparentes, que se sobreponen unas y otras y el blanco queda un poco ausente. Porque lo que importa es la mancha, el color. No la ausencia de él.
Y, de nuevo, aunque desconcertante por la presentación de tantas obras muy similares, sabemos que por alguna razón, por algún motivo, se han realizado. Ambas.
Lástima, de los ya nombrados enfurecidos contra el arte contemporáneo porque no entienden (o más bien, no quieren, ni tampoco intentan) entender.
Artistas como Nico Munuera nos dejan ver ese afán por abrirse camino en el difícil mundo del arte, exponiéndose a las críticas seguras nos muestran su forma de ser mediante obras abstractas. Ellos mismos. Ni más, ni menos.
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