martes, 4 de octubre de 2011


REFLEJOS DE IDENTIDAD
“Sanctuary”
Galería La Fábrica
C/Alameda 9, 28014 Madrid (España)
www.lafabrica.com
                                                                                                                                                                       Alejandro Gallego Mola

El color se desvanece, no se aprecia movimiento alguno, el reloj se ha detenido dejando caminar libremente a la tristeza que ha consumido toda vida, consiguiendo de esta forma un descanso eterno, camuflado por una melodía melancólica y nostálgica que azotan nuestra mente llenándola de apenados pensamientos.
Casi una década y un lustro después, Gregory Crewdson, con Sanctuary, retoma la fotografía en blanco y negro, ¿extraño?, quizás mejor inusual, pues estamos acostumbrados a contemplar sus obras, de vivos colores, que infunden, de manera espléndida, una sensación de misterio que sobrecoge al espectador, el cual desea saber que ocurre o ha ocurrido en cada momento, no obstante hablamos de un artista, y los artistas, por lo tanto, son poseedores de la capacidad de innovar su propio arte.
Su reciente obra, compuesta por una serie de doce fotografías, es catalogada perfectamente de surrealismo fotográfico, inspirada por artistas americanos de la talla de Albert Bierstad o Stephen Spielberg, la cual no tiene la misma perspectiva que las anteriores basada principalmente en el enfoque del drama humanístico, sino que se adentra más en su subconsciente, despierta otro lado más surrealista, centrándose más en un paisaje desprovisto de toda presencia humana, posiblemente relacionado con una etapa de su vida en la que la apatía pudo ser su perdición.
Crewdson rompe así con todas sus estéticas anteriores, mostrando su lado más íntimo, sensitivo y oscuro, que va acompañado de una soledad, que deja entrever, aunque débilmente, un rayo de luz en cada fotografía como un síntoma de esperanza que iluminaria hasta al mismísimo Hades. Su obra Sanctuary se encuentra ambientada en los exteriores del estudio cinematográfico Cinecittá, a las afueras de Roma, un estudio abandonado, dejado de lado por toda vida, arropado por un agua sin vaivén, en la que se refleja una tranquilidad similar al susurro de la muerte, siendo el agua posiblemente el espejo de su alma, su lado más interno del que brotan las experiencias más lúgubres de su vida, como hierbajos marchitados que han hecho de éstas ruinas su nuevo hogar. El silencio se acomoda entre las marginadas calles, los edificios se compadecen los unos a los otros tras contemplar su lenta descomposición, una descomposición que al parecer lleva de la mano al abandono y a la soledad, convirtiendo así el paisaje en un círculo vicioso,  mediante el cual se podrían tejer los hilos de su destino, que no es otro, que la desdicha eterna.
La nueva experiencia que nos proporciona Gregory Crewdson no es otra que la propia reflexión de uno mismo, de no caer en la oscuridad, de poder abrir nuestra mente y nuestro corazón, a través de ese pequeño rayo de luz que aparece para iluminar nuestro sendero. Mediante un dualismo antropológico nos invita a centrarnos más en el interior, a cuidar esos pequeños detalles  que son, al fin y al cabo lo que hace a una persona. No por tanto debemos olvidar nuestro exterior, ni lo acontecido a nuestro alrededor, pues también forman parte de nuestro enrevesado ser.

Subo la critica ahora debido a mi tardía invitación a la página.

No hay comentarios:

Publicar un comentario