Nico Munuera es un pintor de arte abstracto. Sus obras se destacan por una gran variedad de combinaciones cromáticas. En Madrid expone en dos galerías, en La Caja Negra y Max Estrella.
En la primera, La Caja Negra, expone una colección de óleos. Ya sólo por la localización de la galería te puedes hacer una idea de qué es lo que pretende vender: Arte decorativo. Se sitúa en una casa vacía (con chimenea incluida). Los cuadros cuelgan de las paredes indicando en qué lugar de la casa quedaría bien. Quizás pueda parecer superficial esta impresión, pero la confirmación viene a la hora de buscar un folleto o texto informativo sobre la exposición, a lo que el recepcionista contesta: “sólo tenemos la invitación y el catalogo de precios”. Entras y ves cuadros con rallas y colores. Se puede tratar de arte conceptual, siempre y cuando el artista haga por vender el concepto para que el visitante no-comprador haga el mínimo esfuerzo por comprender la obra. Si al artista no le importa que el público pueda entenderla, a la galería menos aún, que ni se esfuerza en presentar al artista ni en su página Web. Pero por lo menos te hacen el favor de poner un toque de humor a la monótona y repetitiva exposición. El hecho de poner una obra audiovisual repitiendo lo mismo que se ve en los cuadros ameniza bastante la estancia allí.
En la galería Max Estrella se expone otra colección pictórica. Lienzos en blanco con toques de color con formas abstractas y pinceladas que hacen una alegoría de lo ocurrido con Ross Island, el primer barco que se utilizó para hacer expediciones por el Polo Sur. Según explica la propia galería en su página Web (ésta sí), el artista “busca nuevos caminos sin perder la visión abstracta” basándose en “documentación fotográfica y cinematográfica”. Efectivamente, he tenido que sacar estas impresiones de la descripción de la galería, porque el artista no ha conseguido conectar conmigo y transmitirme ese “paisaje nevado y helado” del que habla. Supongo que será mi falta de cultura, esa base artística que anhelo o simplemente mi incapacidad de ser pedante lo que me hace ignorar ciertas cosas.
Queda demostrado que no vive del arte quien quiere sino quien puede. El arte actual muy pocas veces consigue conectar con el espectador y transmitir ese concepto que está dentro de la cabeza del artista, a no ser que venga acompañado de un texto explicativo. Y la mayoría de las veces las personas que consiguen vivir de una producción artística son meros charlatanes que convencen a una persona adinerada de que eso “está de moda y debe ponerlo en su salón”. Volvemos a ver cómo, muchas veces, el arte está dirigido a un público concreto. Un público analfabeto cultural, con un abultado número en su cuenta corriente y que necesita sacarlo de ahí. Sólo quieren un nombre.
Quizás, lo único que necesitaban estas exposiciones era un texto informativo. Seguiría sin entender nada, pero me iría satisfecha a casa.
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