miércoles, 28 de septiembre de 2011

Beauty and decay

Gregory Crewdson: "Sanctuary." Galería La Fábrica, C/ Alameda, 5, Madrid

Por: Andrea Domínguez Ocampos.

Catorce años después de Hover, su última producción fotográfica con diapositivas en blanco y negro, el fotógrafo neoyorquino Gregory Crewdson (1962), un artista de renombre tanto en Estados Unidos como en parte de Europa, enseña al mundo su lado más sencillo y tranquilo con una nueva exposición de fotografías digitales en blanco y negro, sin apenas retoques pero con un juego de luces bastante interesante y de tema totalmente paisajístico. Sets de rodaje dentro del famoso estudio Cinecittà, a las afueras de Roma, son los únicos protagonistas del conjunto fotográfico que Crewdson nos muestra en la galería.

Pero realmente, decir que son los únicos puede ser falso según quién observe estas fotografías. No es una simple fotografía a un paisaje vacio, es también un homenaje a la sensación de melancolía que se le queda al actor, a la actriz, al director e incluso al cámara cuando abandona el rodaje.
Un decorado cinematográfico es en cierto modo un espacio donde crear vida, donde se llora, se grita, se ríe, se siente... y en definitiva, se hace percibir al mundo como natural algo que es artificial: una tarea que solo el cine es capaz de conseguir.
Y es cuando el rodaje acaba cuando esas vidas creadas mueren y sólo queda un espacio que al poco tiempo termina teniendo un aspecto descuidado, ruinoso, desolador.
Probablemente es un hecho que carece de sentido y a la vez razonado el que este artista haya querido inmortalizar unos elementos ya muertos, pero gracias a ello vemos ese cambio en Grewdson a la hora de elegir contenido y color, muy distinto al estilo de fotografía mucho más complejo que podemos ver en series fotográficas anteriores como Twilight (1998-2002) o Beneath the Roses (2003-2007).

Aunque se trate de una fotografía de contenido sencillo, al observar detenidamente algunos detalles se puede llegar a la conclusión de que Crewdson fotografia esos paisajes no sólo con el fin de mostrar el vacio y la desolación que un sin fin de rodajes dejan allí, sino que también puede tratarse de un guiño a lo misterioso pero a la vez esperanzador. Lo vemos en esa niebla que asoma entre los árboles, en las puertas entreabiertas que visualizamos al fondo, en las plantas que siguen creciendo sobre el paisaje vacio y muerto e incluso en ese gran número de andamiajes, como símbolo de inicio de algo, que predominan en la mayoría de imágenes.

Como antes decía, el cine, ese arte añadido de las seis artes existentes desde el mundo clásico, es un arte capaz de crear vida y muerte a su antojo, capaz de evadir a las personas de la única realidad que tenemos y permitir la ilusión mas que cualquier otra de las artes.
Esta vez el cine elige muerte, y ahí está Gregory Crewdson para ponerle un precio (aquí hago homenaje a una de las películas más célebres rodadas en Cinecittà, "La muerte tenía un precio"), valorando como bello y digno de fotografiar estos decorados carentes de vida y actividad.

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