miércoles, 28 de septiembre de 2011

Puertas a ninguna parte

Sanctuary, Gregory Crewdson, Galería de arte La Fábrica, c/Alameda 9, Madrid.
JULIA COBERA.
Crewdson (1962, Brooklyn, Nueva York) abandona sus acostumbrados escenarios estadounidenses y deja a un lado las imágenes, cargadas de surrealismo y descaradamente intencionada polémica, para volver a las fotografías en blanco y negro, ahora tomando como escenario los antiguos decorados de los estudios romanos de cine nos invita a pasar un día de película que, si tuviésemos que catalogar en algún género cinematográfico, sin duda alguna, sería un drama.
El Cinecittà, que tantas veces nos cautivó con sus maravillosas películas, nos es presentado ahora como un paraje de melancolía y desolación. Si bien en sus trabajos anteriores nos mostraba escenas de películas que nunca existieron, ahora dedica un espacio al protagonismo de una escenografía que muchos pasan por alto cuando se sientan en la butaca del cine.
Quién no recuerda al Manco (Clint Eastwood) paseando como un auténtico vaquero por las calles de un viejo oeste perfectamente recreadas en “La muerte tenía un precio”(1965).
O mucho más reciente la polémica pero brillante Pasión de Cristo, de Mel Gibson(2004). Sin olvidarnos nunca de grandes del cine italiano como Roberto Rossellini(Director y productor) o Federico Fellini (Director y guionista).
Sin duda, un trabajo increíble, quizás algo más desolador de lo que Crewdson nos tenía acostumbrados, de una manera más sutil pero igualmente cargado de emociones que pretenden llevarnos a una reflexión interior de cómo lo que en un momento fue importante somos capaces de olvidarlo por completo.
Calles que recuerdan a una Roma antigua, ahora con aspecto de ciudad fantasmal donde el único movimiento que se ve es el de un pájaro que se detiene un instante a beber de los charcos formados por la lluvia. 
Andamios, fachadas de casas con puertas que en realidad nunca guardaron nada en su interior y que ahora vemos cómo, desnudas a la intemperie, aguantan como pueden el paso del tiempo.
Gregory Crewdson, reconocido artista internacional, presenta ésta colección cargada de duros sentimientos pero sin duda mucho más fácil de digerir de lo que nos tiene acostumbrados.
El hecho de que haya decidido que la colección sea enteramente en blanco y negro no hace sino intensificar el dramatismo de la escena. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la mayoría de estos escenarios serán recordados de manera monocromática puesto que, en la época en la que fueron llevados al cine, el color aún no había llegado a las pantallas.
Lugares a los que millones de personas quisieron teletransportarse y vivir aquello que, con emoción, veían en la gran pantalla.
Ahora paisajes desolados, expuestos al olvido. Esperando ¿por qué no? Que alguien llene de nuevo sus calles de vida. Por el momento tendremos que conformarnos con el recuerdo inmortal de sus películas.
 No hay que dejar de ver esta colección de preciosas fotografías que nos hacen recapacitar sobre lo efímero de las grandes cosas.

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