domingo, 25 de septiembre de 2011



El BÚNKER ACOGEDOR


Avelino Sala 


Blockhouse. Sobre la construcción de un espacio de resistencia en tiempos de indolencia.Galería Raquel Ponce. C/ Alameda 5, Madrid.

ZUZANNA MLOTEK

            La Galería Raquel Ponce. Pasamos la puerta. Vemos a una barricada de libros lacados en negro, frases escritas en la pared, acuarelas y gouaches con siluetas de antidisturbios, grúas, tirachinas, escenas de la guerrilla - la nueva instalación de Avelino Sala, un artista asturiano. Pensamos, ¿Otro intento más de llevar el conflicto y la rebelión a la galería? ¿Empeño de inflar el espacio estéril de la sala expositiva con el “aliento de la calle” o el arte comprometido políticamente?
            La exposición desde principio no nos deja mucho juego y no cuesta mucho descifrar el mensaje.Un poco insatisfechos cogemos el folleto que aporta una breve bio del artista, donde leemos que Sala frecuentemente auto protagoniza su obra y que aspira a ser “un artista cada vez más comprometido en cuestiones sociales y de lectura política”. De acuerdo, lo expresar muy literalmente su intención. Un artista con el discurso político muy claro, creado sobre la base de los black book anarquistas. Un artista rebelde escondido en una trinchera cultural en los tiempos de la crisis. Escondido dentro del cubo blanco de la galería. Aquí nace la contradicción.           
            La barricada creada por el artista que protege “el espacio de resistencia en los tiempos de indolencia” es el elemento central de la exposición. ¿No crea una multiplicación del muro de la galería?¿No construye una barrera más que nos impide llegar a este fuente del razón, al depositario de los valores? La barricada, un cierto obstáculo para el espectador y encerramiento del arte dentro de cuatro paredes de hermético espacio expositivo. En los tiempos de la indolencia, tal política como intelectual, la cultura salvadora, debería estar dispuesta a la gente, salir cada vez más allá de las salas dedicadas al publico determinado. La cultura no debe ser de élite, tiene que saltar el muro y liberarse. Libre y para todos, para que pueda cumplir su función protectora.
            Sin embargo, inquieta lo que se suele llamar “la cultura”. Es decir, lo accesible y lo popular - el fastfood cultural de ligera digestión. La frase que brilla detrás de la “barricada metafórica” dice: sapere aude. Si, atrévete. Evidentemente hay que tener el valor de usar tu propia razón para poder escoger de la basura lo valioso y no acabar citando a Paulo Coelho.    
           
            Sala se presenta como un artista comprometido. Se autoretrata, aparece entre los astilleros navales de Gijón. Pero su graffiti sobre la superficie impecable de la pared blanca resulta pretencioso, canta el contraste. Lucha obrera, dentro del espacio de compra- venta y refinamiento. Félix de Azúa capta bien esta incoherencia, diciendo: “Bajo la máscara del Artista, y más concretamente bajo la máscara del Artista Comprometido con la Sociedad, se esconde un esquirol, un espía, un traidor, un vivales o un cínico, aunque también posiblemente una excelente persona.”. El arista, aunque sus armas sean distintas, y no sea el que quema los contenedores, también cumple su rol en la lucha social.
El artista comprometido no se esconde en el búnker cómodo y seguro de la galería. No lo encierra en el espacio descontextualizado. Grita donde está el núcleo del conflicto.

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