miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lo que quedó después del último ruido de la claqueta

Gregory Crewdson: Sanctuary. Galería La Fábrica, c/Alameda 9, Madrid

Por: Amanda Bittencourt Sarmiento

Los estudios Cinecittá, localizados a las afueras de Roma, dónde se rodaron películas como Ben-Hur, Cleopatra o la Pasión de Cristo, son el escenario escogido por el fotógrafo Gregory Crewdson (Estados Unidos, 1962) para realizar su serie Sanctuary. Se trata de un escenario cargado de una abrumadora melancolía, acentuado por la luz del alba y del crepúsculo, y que el fotógrafo nos muestra a través del objetivo de su cámara. El afán de Crewdson por unir la fotografía y el cine, algo recurrente en sus trabajos, también se hace presente en esa sesión, más allá del hecho de que la misma se haya realizado en estudios cinematográficos. Una puerta medio abierta al fondo de un callejón, un punto de luminosidad en la oscuridad del resto de la imagen, nos hace imaginar lo que hay detrás. Nos provoca la curiosidad de averiguar si hay algo más allá de las ruinas y de la neblina, como si esperásemos ver la siguiente escena de una película. El fotógrafo, además, parece querer mostrarnos la arquitectura efímera que forma parte de los escenarios de las producciones cinematográficas, haciendo una alusión a lo efímero que es el propio tiempo. El tiempo que nunca para y que, cuando la claqueta suena por última vez, se convierte en el único testigo de ese pasado que un día fue presente.

En sus series anteriores (Beneath the Roses, 2002 o Twilight, 2007), Gregory Crewdson nos muestra escenas surrealistas, transmitiéndonos la carga psicológica retratada en los rostros y actitudes de los personajes. En Sanctuary, esa carga psicológica sigue presente, pero se transmite de forma indirecta a través del contraste entre las ruinas de lo que construyó el hombre y una naturaleza que parece invadir el espacio, de los contrastes lumínicos y de la teatralidad de puertas que enmarcan a espacios difuminados por la neblina, provocando en el espectador una sensación de melancolía e inexplicable nostalgia.

Otro punto que podemos observar en la muestra de Gregory Crewdson es el contraste entre lo real, representado por los bloques de pisos de los barrios que se encuentran alrededor de los estudios, y lo fictício, que es Cineccittà. Este contraste acentúa aún más la idea de esos estudios como un mundo paralelo, un “Sanctuary”, un refugio dónde no hay otra compañía más que la soledad.
La opción del fotógrafo por retratar a los estudios en blanco y negro, además de acentuar el patetismo y la decadencia, parece deberse a un artificio que ayuda al espectador a mirar estos escenarios con ojos de quienes los vieron antes, haciendo con que retrocedamos a aquellos tiempos dorados del cine italiano.

A simple vista, la muestra puede resultar poco comprensible. Es necesario documentarse para entender realmente lo que el fotógrafo nos quiere transmitir. Sin información previa, las 12 fotografías resultan prácticamente iguales, sin cualquier orden o motivo que las justifique. Pero, por otra parte, quizá no sea tan estrictamente necesario comprender, s que sentir. Quizá sea esa la finalidad de Crewdson, y en lo que a provocar sentimientos se refiere, Sanctuary no nos deja indiferentes.

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