miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿Crees en el amor a primera vista o tengo que volver a pasar?

Gregory Crewdson, Sanctuary. Galería La Fábrica, c/ Alameda, 9. Madrid.

Ana Rodríguez Zárate.


No solo en las discotecas, o en la más idealizada película romántica se puede utilizar. También puede asociarse al arte. Y es que muchas veces no apreciamos que algo nos gusta en una primera vez, si no que tenemos que dejar reposar ideas y volver a apreciarlo con una nueva visión y una nueva disposición. Con ganas de percibir y de sentir, y de perdernos en un mundo desconocido que pronto dejará de serlo.
Bajo un manto d enieva, aparece una atmósfera en blanco y negro. este es el escenario que presenta Gregory Crewdson en su nueva exposición Sanctuary en la que nos evoca a la Gran Ciudad del Cine.
Hay que dejarse envolver por esa niebla y olvidar por un segundo el color, para acabar introduciéndose en el seno del séptimo arte.
Solo basta un poco de imaginación para sentirse uno de los cámaras que han trabajado en ese escenario. El ambiente de contraste conseguido, no crea sino un estado de contradicción en el espectador. Y es que, el tiempo pasa para todos igual, aunque no queramos o aunque nos cueste reconocerlo. Muchas veces, al igual que no basta con el amor, tampoco basta con la imaginación.
El escenario que ha servido de inspiración a tantos cinematógrafos como Fellini, aparece ahora en ruinas y muy acertado por el artista, sin una pizca de color. Es inevitable recordar el gran imperio que consagró y cómo ha quedado al caer en el desuso, que no en el olvido.
Ahora es de suponer, al ver las fotografías con paquetes vacíos de tabaco o bolsas de patatas, que el uso que se le da, dista enormemente de lo que fue.
El contraste también puede observarse en que a pesar de estar en una pequeña ciudad abandonada se puede ver desde su interior, construcciones nuevas, que si fueran inteligentes, probablemente temerían por su futuro, por no acabar de la manera del vecino y si fuera así, cque pase lo más tarde posible.
Me gustaría pasear por las calles, porque a pesar de ser cobarde, da la sensación de que por las esquinas vacías aparecerá corriendo Charlton Hestonn o Robert Taylor.
Además si cierras fuerte los ojos, te concentras en creer y te abres para sentir, todavía se puede oler el pan recién hecho por el "forno" o que alguna celebridad bajará del hotel.
Y es que aunque nos cueste admitirlo a veces, nos gusta lo clásico. Nos hace sentirnos pertenecientes a algo, nos recuerda que no vamos a la deriva, que tenemos cimientos, que no estamos perdidos.
E innovamos, ¡es cierto! Y en muchas ocasiones lo negaremos, pero nos gusta lo clásico, nos es necesario. Y no podemos evitar que que nos de pena de alguna manera, que por ejemplo en este caso, ya no se hagan películas como las de antes, y que hayan sido sustituidas por monstruos azules de ojos separados o camaleones que hablan, hechos por ordenador y con nombre de helado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario