miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA DIÁSPORA DEL CINE

Gregory Crewdson: "Sanctuary." Galería La Fábrica, C/ Alameda, 5, Madrid


PATRICIA VASCO CAMPOS

Federico Fellini decía: “Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador”. Así plasma Gregory Crewdson en esta nueva exposición uno de esos renaceres del cine. Recoge todo aquello que le ha quedado obsoleto para hacer de nuevo arte con él.

Las fotografías muestran escenarios abandonados que fueron utilizados para rodar películas. Escenarios que, a medio construir y otros casi completamente derribados, trasladan al espectador a otra realidad distinta que no pertenece al mundo del espectáculo, sino a un mundo cedido al tiempo, donde los días pasan sin ser apenas percibidos y la realidad y la ficción son casi inseparables.

Crewdson utiliza en su muestra únicamente los colores blanco y negro, quizá para hacer hincapié en la nostalgia por tiempos pasados en los que los edificios de sus fotografías bullían de vida con actores, maquilladores, cámaras, directores… Ahora, sus imágenes no tienen más vida que la de las hierbas que invaden esos antiguos espacios cinematográficos.

Esta exposición también es una clara crítica a la evolución que ha ido sufriendo el séptimo arte a lo largo de su historia. No hace mucho tiempo, el cine construía grandes decorados en donde se grabarían las películas, esos lugares que Crewdson ha fotografiado. Sin embargo, hoy en día los decorados son (en la mayoría de los casos) de papel-cartón, habitaciones separadas que no se unen en la realidad, o incluso creaciones virtuales. Actualmente todo se puede falsear gracias a las nuevas tecnologías y por ello cabe preguntarse cuántas fotografías como las de Crewdson serían posibles utilizando los restos de los escenarios que van dejando abandonados las películas de la actualidad.

Lo antiguo siempre vuelve, las modas se repiten. Quizá haya llegado el momento de volver a la forma original de entender el cine. Cierto es que resultará difícil ya que muchas películas de hoy en día son básicamente de ciencia-ficción y que los decorados están hechos en su mayoría por ordenador. Pero, ¿qué ocurre con los cinéfilos? Cada vez son menos los que pueden viajar a lugares donde saben que han rodado películas y son más los que coleccionan figuras en su casa.

Un ejemplo significativo pudiera ser la película “Avatar”, donde la realidad y la ficción se mezclan aunque la parte real es apenas significativa. Así, las únicas fotos que Crewdson hubiera podido tomar hubieran sido las de los especialistas trabajando en sus ordenadores, y los únicos recuerdos tangibles serían las máscaras de caracterización usadas como modelo.

No hay que dejar de lado, ni mucho menos, la ciencia-ficción, pero quizá haya llegado el momento de hacer reales las historias, más vivas, más palpables, más veraces. Las películas no tienen historia únicamente delante de una pantalla, también la tienen detrás.

Como diría el director de cine Jean Luc Goddard, “La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo.” Hagámoslo realidad.

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