martes, 27 de septiembre de 2011

Donde habite el olvido, en los vastos jardines sin aurora; donde yo sólo sea memoria…

La exposición Sanctuary, de Gregory Crewdson, situada en la Galería la Fábrica, calle Alameda 9.

Ramiro López Abril

Vacío, soledad, silencio, tranquilidad, reposo, nostalgia… Son muchas de los elementos que podrían transmitir las imágenes del fotógrafo Gregory Crewdson en su exposición Sanctuary.

Crewdson ha fotografiado hábilmente un antiguo y abandonado decorado de cine cerca de las instalaciones de Cinecittà, donde han rodado películas directores tan influyentes como Martin Scorsese (Pandillas de Nueva York) y Mel Gibson (La pasión de Cristo).

En esta exposición, el fotógrafo muestra una serie de imágenes sobre callejuelas, vistas a edificios, pasillos, arcos… que han recibido un tratamiento de conversión al blanco y negro. Hay un total de doce imágenes distribuidas en dos pisos.

De la exposición me ha parecido llamativa la conversión a blanco y negro de las fotografías, pues de esta forma, Crewdson, ha conseguido que las imágenes sean más sencillas, vistosas, y por qué no, elegantes a su modo. Esto me parece algo muy bueno de la exposición, así como la magnífica e increíble técnica del artista para conducir nuestra mirada a través de las imágenes utilizando las líneas de los edificios, los contrastes entre zonas, las composiciones… Pero también veo acertado el título de la exposición, pues es quizás lo que son estas imágenes. Un refugio del tiempo; del tiempo que poco a poco va acabando con esas estructuras en una soledad absoluta e irrefrenable. Son un Sanctuary[1] para el espectador.

Sin embargo, existen ciertos aspectos que me desagradan de esta exposición: En primer lugar, las fotografías son meros paisajes. No hay ningún mensaje en estas fotografías. Simplemente son escenas, que podrán tener quizás un contenido nostálgico, un atractivo estético (que será lo más lógico y probable), un aire de documental (puesto que muestra los andamiajes que sustentan los decorados, por ejemplo), un ambiente misterioso, pero desde luego no cuentan con ningún mensaje que transmitir (y si alguien lo encuentra, es porque el propio espectador lo ha añadido, lo ha interpretado. No porque exista), no son fotografías impactantes. Con esto pretendo señalar que a diferencia de otras muestras de arte, como la de Avelino Sala, que transmitía una tesis, una idea, ésta sólo es un conjunto de fotografías paisajísticas, que sólo tienen el objetivo de ser fotos bonitas. En segundo lugar, las fotografías no van acompañadas de ningún tipo de información; ni relativa a la técnica, ni al lugar, ni al tratamiento… Esto no es que me parezca estrictamente necesario, sin embargo, no está de más incluir este tipo de información.

En definitiva, me parece una exposición totalmente estética, fácilmente comprensible para cualquier público. Muy vistosa, pero que por desgracia no cuenta con algo realmente llamativo; ni un mensaje, ni algo destacable. Son grandes fotografías, sin duda, pero les falta ese “algo” que las haga realmente majestuosas e interesantes. De hecho, Henry Cartier-Bresson dijo: “Fotografiar es poner la cabeza, el ojo, y el corazón en un mismo eje”. En esta exposición sólo se ha conseguido colocar la cabeza y el ojo, pero no el corazón, pese a la belleza de las imágenes.


[1] Santuario, refugio.

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