miércoles, 28 de septiembre de 2011

“Hoy no sale el sol, solo hay destrucción”

Gregory Crewdson. Sanctuary

Galería La Fábrica.
C/ Alameda 9, Madrid.

Por: Marina Calleja Bogonez


Amanece un día nublado en el estudio Cinecittà, el fotógrafo Gregory Crewdson aprovecha el tiempo atmosférico para dirigirse a “la zona de nadie” a tomar unas instantáneas, intentando que este lugar que en un pasado tuvo el privilegio de presenciar películas de éxito, no caiga en el olvido debido al poderoso fuego que un día lo destruyó, y para poder reflejar mejor esa sensación de soledad y silencio que nos envuelve al mirar las fotos.

Calles vacías, desérticas, oscuras, que intentan contar a gritos que les ocurrió. Por arte de magia un día un fuego traidor lo destruyó, y lo único que quedó en ese terreno fueron historias sin terminar. Me sorprende que en las fotos todo está tal y como lo dejaron. Es como si un día te marcharas de tu casa, dejándolo todo intacto, y al cabo de 4 años volvieses y encontrases la casa igual que la dejaste, pero con polvo y con ese olor característico de un lugar que no ha sido molestado durante un largo tiempo. En este caso, al estar el plató al aire libre, la madre naturaleza emerge y realiza su oficio, llenando todos los espacios vacíos con su vegetación salvaje e incontrolable. La vegetación en teoría es un símbolo de vida, pero estas fotografías lo único que reflejan es una zona muerta por la que nadie se ha vuelto a preocupar. Las lluvias de días atrás también han dejado su huella en pequeños charcos y hierros ya oxidados, enmoheciendo el ambiente y las paredes con su pintura ya marchita. El hombre también hace presencia marcando el territorio con pequeños graffitis y latas de bebida que empobrecen el lugar.

El efecto blanco y negro es un gran acierto, ya que produce en los espectadores melancolía y ese sentimiento intimidador del veloz e inevitable paso del tiempo.

Esto me recuerda a la expresión en latín “Tempus fugit”, el tiempo se mueve silencioso y rápido, y se produce la lucha entre la pervivencia y el cambio por algo nuevo.

La soledad te puede provocar tristeza, angustia, incertidumbre, pero aún así, me inundaban las ganas de poder sumergirme en la foto y pasear por esas calles vacías, disfrutando del silencio y del leve sonido del viento colándose astuto por cada rincón de los envejecidos edificios.

Este paisaje desolador me recuerda a lo ocurrido hace siglos atrás, aquel nefasto día en que un enfadado volcán descargó su rabia sobre la famosa ciudad de Pompeya y Herculano, arrasándolas e intentando borrarlas de la historia, convirtiendo la vida en ceniza, produciendo la misma sensación que el abandonado estudio Cinecittà.

La vejez me produce escalofríos, el envejecimiento supone olvido, borrarse poco a poco de la vida, ir consumiéndose hasta desaparecer. El tiempo y el olvido están unidos de la mano. Lo que se abandona, se acaba olvidando, dándole tiempo al tiempo.

Y así es, como poco a poco, Cinecittà va escondiéndose y desapareciendo tras la maleza y los escombros, como la tímida ocultación del sol entre las montañas.

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