lunes, 26 de septiembre de 2011

Ruinas sin demasiado que decir

Gregory Crewdson. SanctuaryLa FÁBRICA GALERÍA. Calle Alameda 9, Madrid.
  • María Tanco González. 
Soledad. Ruinas. Atardecer. Fin. Esas son las impresiones que te invaden al entrar en La Fabrica Galería y ver la colección de fotografías de Gregory Crewdson. Este fotógrafo americano pretende captar el legendario Cinecittà de las afueras de Roma, e incluso tarda días en realizar algunas de las imágenes. Quiere que el momento coincida con la caída del sol, pero sin embargo, acaban resultando vacías de contenido.

Se aprecia con bastante nitidez la fusión de la naturaleza y la mano del hombre con el paso del tiempo y del abandono. Con pisos de fondo, restándoles importancia mediante un pasado ruinoso y envenado de vegetación por los cuatro costados. Sus atmósferas melancólicas te detienen a pensar, sin embargo, puedes acabar recordando la lista de la compra, porque acaba por expulsarte de la imagen. Este tipo de melancolía transmitida por puertas entre abiertas y arcos de paso, te ofrecen entrar, pero podría caerte un cascote en la cabeza. Resulta ficticio, un tanto artificioso.

Un ángulo de vista tan personal, que puede que pocos acabarán inmersos en las capturas. La ansiedad y la rareza crean unas sensaciones que acaban distanciando al visitante de la obra. E incluso encuentro similitud de estas imágenes con las fotografías que nadie mira, en el hall de cualquier hotel de mayor o menor prestigio. Considero esta serie como un experimento que enriquece al artista, y que sí; podría llevarle a proyectos mucho más interesantes, pero en sí, no causan el efecto suficiente como para ser exportadas a España.

Las doce imágenes podrían ser doce fotocopias entre sí, porque no causan variedad. Podrían ser un mismo edificio visto en todos sus lados. Pero sin embargo son los mismos doce enfoques de doce edificios distintos. De doce edificios en ruinas, con armazones de hierro intentando sostener lo que tarde o temprano caerá. Podríamos imaginar que hubo en esos espacios vacios. E incluso eso habría resultado interesante, mostrando el pasado y el presente de un mismo lugar, tratando la fugacidad de la vida, pero no se ha querido dar este enfoque. Solo presentar un hoy desolador y triste. Sin color. Sin vida más allá de una paloma robándole agua a un charco. Parece cobrarnos los rayos de luz a parte, cediendo estos con cuentagotas.

Echando un ligero vistazo hacia la obra previa de Crewdson vemos como sus obras se invaden de elementos surrealistas, donde el color, en pequeñas dosis, gana protagonismo. Lo rayos de luz determinan la direccionalidad de nuestra mirada y los elementos sacados de su contexto aportan variedad y hacen de sus composiciones únicas. Demuestra que sabe desenvolverse mejor en exteriores, y utiliza sistemas compositivos de lo más modernos. Sin embargo en esta muestra supongo que quiere demostrarse a sí mismo que puede salirse de sus propias reglas. Que puede dejar de pensar en modernidad y futuro y refrescar su trabajo con algo de novedad. Y esta novedad se introduce, quizás en la totalidad de la obra, pero no quita que la muestra en sí resulte algo sosa. 

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