domingo, 25 de septiembre de 2011

¿Chico y mi furgoneta?

Avelino Sala, Blockhouse, "sobre la construcción de un espacio de resistencia en tiempos de indolencia"


Galería Raquel Ponce. C/ Alameda 5


Por María Chacón del Río


Todos los que tengáis la delicadeza de leer mi crítica os preguntareis en torno a qué gira el título de mi creación. La he titulado así en honor a Avelino Sala, porque igual que yo no he sabido interpretar su obra, y así no ver ni una pizca de resistencia en sus obras, en mi crítica tampoco se va a ver ninguna furgoneta.


Pues bien, el 266 día del año, me levanté con buen pie para acudir a la exposición de Avelino Sala, así que salí de casa contenta y dispuesta a contempla arte. Yo no me considero la nieta de Hipócrates, ni la sobrina de Kant, aún así, mi limitada inteligencia no se sorprendió en absoluto ante estas obras.


Este señor, Avelino Sala, es un autor con bastante renombre y un currículo vitae intachable, y realmente yo no soy quien para opinar de él a gran escala, pero me permito el lujo de decir que entré y salí de la galería exactamente igual que si saliera de una carnicería, solo que con una intensa sensación de haber perdido tiempo de mi vida.



Interiorizando en la obra, debo decir que no comprendo las acuarelas... ya que lo único que veo en ellas son grúas, que mas que resistencia da la impresión de que simbolizan el parón que se está llevando la construción en estos tiempos de crisis.
Pese a que no lo entendía, he tratado de informarme, y he visto que las acuarelas giran en torno al conflicto de los astilleros asturianos. Y créanme, felicito enormemente a Avelino por intentar plasmar mediante su obra los hechos que tuvieron lugar en su estimada tierra, aunque viendo grúas, un periódico, y un par de tornillos , yo ahí solo puedo interpretar que se trata de Sacyr-Vallehermoso peleando a capa y espada por un par de miles de euros.


Luego, en el desarrollo de la visita he visto mi infancia truncada. He contemplado con mis propios ojos al mismo Ken que yo tenía hace unos años... pero modificado, sí señores, modificado, éste es un ken culto, que está encapuchado y con la cara tapada sosteniéndose sobre una pila de libros negros lacados que representan el conocimiento. Nuestro pequeño sujeto estaba confrontado a una serie de láminas donde salía reflejada la policía en actitud desafiante. Me conmovió ver cómo este joven se enfrentaba a la represión a la que ha estado siendo sometido, pudiéndose ser comparado con el movimiento que actualmente toma las calles, el 15-M.


Continuando la visita, me encuentro con un muro. Un gran muro creado del mismo modo que nuestra torre del "conocimiento". Podemos contemplar este muro como una trinchera, una muralla que nos marca el límite entre actuar con conocimiento o simplemente por impulsos.

Finálmente, adentrándonos más en la caverna, al más estilo platónico, en el piso de abajo encontramos más acuarelas, dibujos a lápiz donde aparece un joven tapándose la cara con un pañuelo comunista.


Me he tomado la delicadeza de esperar hasta el último instante para realizar esta crítica, y no porque no tuviera nada en mente, sino porque he estado en estado de shock y realizando catarsis gracias a las pinturas.


Y así concluyo todo, igual que empezó. Con una especie de sensación agridulce, y con ganas de ver una exposición que me remueva por dentro, y me dé que pensar.

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