miércoles, 28 de septiembre de 2011

Standby

Gregory Crewdson, Sanctuary, Galeria La Fábrica, C/ Alameda - 9, Madrid.

Marina Fernández Navas.



"Soledad", "tristeza" u "olvido" serían unas buenas palabras para definir la obra del estadounidense Gregory Crewdson, compuesta por una serie de fotografías que se exponen estos días en la Galería La Fábrica en Madrid.

Todas estas fotografías tomadas en los exteriores del estudio cinematográfico Cinecittà, en Roma, representan lugares vacíos, incompletos, rodeados de misterio, en los que falta la presencia humana y que han permanecido aparentemente inmóviles a pesar del paso del tiempo.

No se halla en esos escenarios otra cosa más que la angustia del abandono. Cuando uno se coloca delante de una de las fotografías se siente solo y abandonado en un entorno totalmente desconocido. El resto de la humanidad ha desaparecido a tu alrededor y te sumerges en ese mundo con una atmósfera especial, diferente, en el que te dejas guiar por la imaginación.

Podemos considerar que el fotógrafo quiere mostrarnos un intento de crear una vida paralela con principio y fin. Esas realidades alternativas se consiguen en las películas, que sólo duran de noventa a ciento veinte minutos, y acaban dejándonos de nuevo más sólos que la una. Así acaba nuestra ilusión. Esos escenarios que han estado llenos de vida, que nos han ayudado a crear o a imaginar algo diferente en nuestro interior, nos han hecho reír o llorar, son sólo estructuras de cartón-piedra que han formado parte por unos minutos de nuestro mundo ideal. Y lo mismo ocurre con esos actores que han tomado parte en la representación, huyen de nuevo a su realidad.

Como el propio título de la exposición, este lugar podría ser un santuario, un lugar sagrado para todos aquellos cinéfilos que se desviven para conocer el decorado que ha formado parte de las películas de sus vidas, aquellas que recordarán siempre. A pesar de esto, se trata de un lugar olvidado, en el que la decadencia se hace presente al igual que el paso del tiempo: hay hierbajos por todas partes, los adoquines de las calles no están en sus sitios, la arena se ha descontrolado por los caminos... lo que en ocasiones produce una sensación de vértigo.

El escenario que Crewdson ha fotografiado ya es una obra de arte en si misma, una zona de rodajes de apariencia abandonada que él solo ha plasmado en un pedazo de papel, por lo que podría tacharse de obra poco original y elaborada. Debería ofrecer otra visión que se alejara de lo que ya vemos, cargar esas imágenes de sentido y que nos dejaran huella de alguna manera.

Quizá el autor quiera mandarnos un mensaje; quizá quiera hacernos comprender que la naturaleza y los fenómenos meteorológicos son más fuertes que nosotros y no tienen miedo a unas simples estructuras; quizá quiera recordarnos que el paso del tiempo está presente para todo y todos; quizá quiera mostrar todo lo que hay tras las cámaras y enseñarnos así que solo hay una realidad; o quizá solo quedó asombrado por esas estructuras y tomó unas cuantas fotografías, que más adelante compartiría con sus propios espectadores.

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