martes, 27 de septiembre de 2011

THE SHOW MUST GO ON

Gregory Crewdson

Sanctuary

Galería La Fábrica

C/ Alameda 9, Madrid

ALEJANDRA LÓPEZ MANRIQUE


Todos hemos visto cine alguna vez. En cualquier película podemos distinguir perfectamente al protagonista de los personajes secundarios, porque toda la trama de la película gira en torno a él, ¿verdad? Y a no ser que el film sea de miedo, el protagonista siempre va ligado a valores positivos, tanto físicos como sociales, psicológicos, etc.

Bien, ahora que en nuestras cabezas hay un prototipo de personaje principal de una obra, llega Gregory Crewdson y nos hace reflexionar con el protagonista de Sanctuary: un estudio de cine abandonado.

Cualquiera que se acerque a ver los Estudios Cinecittá, a las afueras de Roma, puede percibir el abandono y deterioro del mismo. Hierbas que crecen entre los decorados, antiguas e inundadas calles que formaban parte de una Roma majestuosa, lonas que tapaban los decorados para su mejor conservación hechas un amasijo de pliegues en un suelo expuesto a la erosión del clima, ruinas de estatuas e incluso objetos que se utilizaban durante el rodaje de las películas y que aparecen desperdigados y sin orden alguno.

Pero el autor de esta obra en blanco y negro, llena de desorden, de caos y de ambigüedad, al ver aquel desolador paisaje, lejos de pensar: “Esto es una ruina”, lo que debió pensar más bien fue: “The show must go on”, al elegir de protagonista para su obra esta arquitectura escenográfica abandonada, desde que se quemaron 3000 metros cuadrados de los Estudios Cinecittá en 2007.
Porque un paisaje que ha dado vida a la imaginación de un director de cine en determinado momento, nunca muere, porque aún quemados sus escenarios y deterioradas sus instalaciones, sigue viviendo en obras del cine. Porque aunque los Estudios Cinecittá estén físicamente muertos, el arte los mantiene vivos, como nos enseña Gregory Crewdson, devolviéndole la vida, al menos de forma artística, a través de sus fotografías.

Lo lógico al ver imágenes en tal detrimento es tener sensación de lástima, melancolía o incluso apenarse por esos 3000 metros cuadrados que tan lejos nos quedan y que a la vez nos han acercado a las pantallas tan buenas películas como Gangs Of New York, Cleopatra o Ben-Hur , pero eso es lo lógico y no lo que Crewdson trata de transmitir con su obra en blanco y negro.

Educado e influido por artistas surrealistas americanos, como Albert Bierstadt o Steven Spielberg, la imaginación de este neoyorkino no tiene límites. Si bien en obras anteriores nos tenía acostumbrados a retratas meticulosamente organizadas, en este caso la organización no es lo que domina en la colección de fotografías, sino que prima la plasmación del drama, como en obras anteriores (Twilight, 1998 – 2002, y Beneath the Roses, 2003 – 2007) y la búsqueda de una sensación de angustia en el espectador y que sin lugar a duda consigue.

Gregory Crewdson, en 12 fotografías muestra de manera subjetiva el contraste entre fotografía (ficción) y realidad, entre lo bello y lo decadente, entre lo artificial y lo natural.

Porque donde hay contraste hay movimiento y donde hay movimiento hay vida…
Porque el show debe continuar.

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